La cultura bizantina es posiblemente uno de los hechos más complejos y fabulosos de la historia de la humanidad. Una civilización lo suficientemente variada que sobrevivió, con más y menos esplendor, durante una buena cantidad de siglos. A continuación, como en ninguna otra parte, presentamos información, características y cuadros sinópticos de la cultura bizantina para compartir.
¿Qué fue la cultura Bizantina?
La cultura bizantina es una realidad compleja no solo por su dilatada historia (más de 1.000 años de existencia), sino también por su enorme variedad cultural. Es que comenzó como el Imperio Romano de Oriente, pero perduró a la caída de su par Occidental (además de que adquirió mayor importancia con el tiempo) y siempre tuvo una fuerte impronta helenística. Los griegos aceptaron la dominación política romana, pero siempre se sintieron superiores culturalmente.
Se puede, entonces, definir a la cultura bizantina como la continuidad del Imperio Romano en Oriente, que sobrevivió a la Edad Media y a buena parte del Renacimiento. Una conjunción de una ideología y tradición política romana, la cultura griega y también los presupuestos cristianos (recordemos que en sus últimos años Constantino hizo de Bizancio la capital romana y también del cristianismo la religión del poder).
Características de la cultura Bizantina
La cultura bizantina es extremadamente heteróclita: tomó elementos romanos y griegos, pero tratando de controlar lo pagano de todo ello para introducirlo en la ortodoxia cristiana. Asimismo, diferentes civilizaciones orientales ejercieron su influencia, además de que llevaron adelante conquistas de sus territorios como los persas sasánidas, los árabes musulmanes y también los turcos (antes y después de sus islamización).
Hablamos de una civilización con elevados niveles culturales para la élite, rica en cuanto al desarrollo comercial y lo fastuoso de sus edificaciones, heredera de todo el helenismo que tenía como punto cúlmine la filosofía, pero también bastión del cristianismo. La educación podía tener esa conjunción de Homero y la Biblia. Asimismo, la tradición política era eminentemente romana y el sustento económico, más allá del comercio, era la actividad agrícola.
Sin embargo, hablamos de un Imperio que no se reducía a Bizancio o Constantinopla, sino también a una multitud de otras tierras tan lejanas como la actual Italia y España, además de oriente próximo. Por supuesto, con el paso del tiempo estas conquistas fueron mermando a manos de normandos, búlgaros, sasánidas, árabes y turcos.
Organización política Bizantina
El jefe supremo del imperio bizantino era el emperador o basileus, quien dirigía ejército, administración y tenía acceso al poder religioso. Asimismo, cada emperador tenía la potestad de elegir a su sucesor y tenía una relación de interdependencia con el patriarca, la figura principal de la iglesia en Constantinopla. Esto último en el final de Bizancio generó conflictos, ya que el otrora gran imperio quiso unir fuerzas nuevamente con el occidente cristiano, algo que los patriarcas no vieron bien (en la lucha contra los turcos otomanos).
Por tal motivo, sin entrar en complejidades, por lo menos desde la centralidad la organización política bizantina se basaba en una casta de monarcas, cuya sucesión era muchas veces problemática. Además había un estado centralizado con un importante desarrollo burocrático que se encargaba desde el ejército, hasta la justicia o la impresión de la moneda
Organización social Bizantina
Se puede hablar de una civilización con cierto nivel de movilidad social, pero lógicamente sumamente jerarquizada. En el lugar más alto se encontraba el emperador, su familia y la aristocracia gobernante.
Asimismo, también existía una amplia franja social con comerciantes (a veces extranjeros, como genoveses y venecianos), artesanos especializados y profesionales de distintas disciplinas (desde literatos hasta médicos y abogados) que gozaban de distintas riquezas y comodidades.
En una escala más baja estaban los comerciantes pequeños y agricultores, además de los esclavos, provenientes en muchos casos de las mismas conquistas territoriales.
Economía Bizantina
Desde sus épocas griegas la cultura bizantina gozó de cierta holgura económica y esto debido a su posición ventajosa en el control del comercio marino a través del Bósforo. También podemos añadir sus extensos cultivos y textiles, a pesar del asedio de una enorme cantidad de civilizaciones por su dilatado tamaño.
Quizás esa prosperidad económica se pudo ver mermada tanto en períodos de sometimiento romano como luego por las intromisiones de diversas civilizaciones ya mencionadas en los territorios del imperio.
Religión Bizantina
La religión del imperio bizantino era la cristiana, más allá de las complejidades que pudieran existir por la supervivencia del paganismo, la avenida sasánida preislámica y luego la árabe islámica, además de otros componentes, como el judaísmo o el mazdeísmo.
Sí, en cuanto religión Bizancio era oficialmente cristiano. Pretendían, de hecho, ser los continuadores del cristianismo original o primitivo, lo cual trajo problemas con el cristianismo occidental. Esos inconvenientes con el papado romano tuvo como punto cúlmine el cisma de Oriente y Occidente, en 1054. El cristianismo ortodoxo se separó definitivamente así del catolicismo romano.
Arte Bizantino
El arte bizantino era un vehículo de propaganda política y religiosa, manifestado en la pintura y la arquitectura. La escultura, más allá de los relieves de piedra y marfil, no tuvo gran desarrollo.
Hablamos de un arte lujoso y solemne, en el que todos los elementos tenían un fuerte valor simbólico. Como se estaba al servicio del poder político y religioso (una suerte de cesaropapismo) los temas a los que se ajustaban los artistas no podían escapar de las intenciones de la iglesia y el basileus.
Caída de la civilización Bizantina
Bizancio representa una ciudad, pero también un imperio con una enorme variedad cultural. Se suele decir que con Justiniano I llegó a su máximo esplendor, pero luego de más de 1.000 años el declive fue inexorable.
Por supuesto, este proceso fue gradual: para el siglo XV el imperio se reducía a Constantinopla y sus alrededores. Las disputas con el papado, la pérdida de la preeminencia comercial entre venecianos y genoveses, el asedio de búlgaros, turcos otomanos y árabes le pusieron punto final.
En abril de 1453 la ciudad fue sitiada por un enorme ejército del Imperio Otomano. A pesar de la resistencia de sus habitantes, terminó siendo ocupado el lugar el 29 de mayo de ese año.